Visita a uno de los monumentos más importantes de la provincia de Soria, donde se complementan diferentes estilos constructivos: románico, gótico, cisterciense, barroco, plateresco…
Una de las visitas que no podíamos perdernos en nuestra estancia de diez días en Alhama de Aragón para conocer y recorrer las zonas cercanas del oeste-sur de Aragón y el suroeste de la provincia de Soria, era una visita al Monasterio de Santa María de Huerta. Así que una tarde, con Carmen y nuestros amigos andaluces compañeros en nuestra estancia en Alhama, decidimos dedicar una visita completa a este precioso monasterio.
Aparcamos el coche junto a la entrada del Monasterio, una preciosa entrada del siglo XVl, que fue retocada en el siglo XVIII, esta entrada forma parte del extenso muro con alamedas que rodea todo el conjunto monacal. Esta puerta da acceso a la plaza del monasterio, donde podemos apreciar la fachada de la iglesia con su portada del siglo XII y encima su enorme rosetón de más de ocho metros de diámetro. Enfrente de la iglesia podemos ver los restos del antiguo nártex.
A la izquierda de la iglesia se encuentra el edificio de la hospedería, la entrada da acceso a la tienda de recuerdos, libros y viandas tradicionales de la zona, que gestionan los propios monjes. Tras la compra de la entrada para la visita, que si no recuerdo mal, pagamos 4 € por persona, accedimos al recorrido por el monasterio, auto guiados por un folleto que nos proporcionaron los monjes.
Monasterio Cirterciense del siglo XIII
Fachada exterior del Monasterio de Santa María de Huerta
Claustro herreriano, Monasterio de Santa María de Huerta
Iglesia del Monasterio de Santa María de Huerta – 9095
Retablo del Monasterio de Santa María de Huerta – 9094
Órgano del Monasterio de Santa María de Huerta – 9101
Claustro gótico-plateresco del Monasterio
La visita se inicia por el claustro herreriano o claustro de la hospedería, que fue construido entre los años 1582 al 1630. Esta zona del monasterio forma parte de la actual residencia de los monjes en la que residen una veintena los cuales mantienen las estrictas normas espirituales de oración y trabajo de la comunidad cisterciense. Por una pequeña puerta al final del pasillo del claustro, antiguo paso de los Hermanos Conversos, se accede a la zona de la iglesia del monasterio.
Entramos a la iglesia por debajo del coro donde encontramos el sepulcro de Rodrigo Ximénez de Rada. Antes de acceder a la iglesia traspasamos una reja del siglo XVIII de hierro forjado y dorado al fuego, servía para separar a los monjes de los fieles que acudían a rezar. La iglesia es una planta de tres naves con una nave grande central y dos naves laterales, con un gran crucero. A cada lado del crucero, hay dos capillas cuyos ábsides son rectangulares. El ábside principal de la iglesia es forma semicircular.
En el interior del ábside principal de la iglesia, que ha estado restaurado recientemente, podemos admirar la gran belleza del retablo de estilo barroco de Félix Malo de Calatayud, que lo realizó en el año 1766. A ambos lados del retablo existen unas urnas de mármol de Colatorau, del siglo XVII, que contienen los restos del obispo Ximénez de Rada y el abad Martín de Finojosa. A ambos lados de la capilla central se encuentran los sepulcros de los duques de Medinaceli, encima de estos podemos apreciar unos frescos del siglo XVIII que representan las escenas de la batalla de las Navas de Tolosa. En el crucero de la bóveda superior podemos admirar unos grandes óleos. Al fondo de la iglesia se encuentra el coro y el órgano.
Por la puerta de los monjes podemos acceder al claustro gótico del siglo XIII, que da al patio central. El claustro presenta grandes arcos ojivales que se apoyan sobre las columnas. Lamentablemente muchos de ellos permanecen cegados parcialmente, aun que poco a poco los van restaurando. En la parte superior del claustro gótico, existe otro claustro de estilo plateresco del siglo XVI, con arcos carpaneles soportados por columnas decoradas.
La Sala Capitular está muy descompuesta pero conserva la entrada y los ventanales laterales aunque ambos cegados. Siguiendo por el claustro encontramos el Refectorio de los Monjes del siglo XIII, una de las piezas arquitectónicas más valoradas del monasterio por ser un ejemplo perfecto del gótico primitivo que aparece en España, procedente de Francia. El refectorio es una gran nave rectangular, en la que al fondo podemos ver cuatro sencillos ventanales apuntados en la parte inferior y dos preciosos ventanales superiores de arcos apuntados que cobijan a dos menores del mismo perfil. Los laterales de la nave también presentan ventanales iguales a los del fondo que proporcionan a la sala una extraordinaria luminosidad. En un muro lateral se construyó una escalera embutida al muro que da acceso al pulpito. Las bóvedas sexpartitas del techo se sostienen sobre los muros de la nave.
El Refectorio de los Monjes se comunica con la monumental cocina en la que en el centro tiene una gran chimenea cuadrada apoyada por cuatro arcos apuntados. Es una muestra de las típicas cocinas de los monasterios cistercienses españoles. Siguiendo el recorrido accedemos a la Sala o Refectorio de los Conversos del siglo XII que juntamente con la Cilla, son las zonas más antiguas arquitectónicamente del monasterio. La sala del Refectorio de los Conversos, presenta una nave rectangular, de estilo románica-mudéjar con pilares centrales, decorados en su capitel, según parece con motivos mudéjares, que soportan juntamente con los muros laterales, unas bóvedas sexpartitas. Esta sala se usaba antiguamente como comedor y sala de reuniones de los hermanos legos. Siguiendo el recorrido antes de llegar al claustro herreriano nos encontramos La Cilla o antiguo almacén del Monasterio, también del siglo XII de estilo románico. Presenta una serie de arcos diafragma de medio punto. El elemento de más valor de La Cilla, es la techumbre de madera que servía para cubrir el altillo de la cilla y el suelo lo utilizaban como dormitorio de los conversos.
Saliendo de La Cilla y siguiendo por el claustro herreriano, llegamos al punto de partida donde se encuentra la tienda donde los monjes venden toda clase de recuerdos sobre el monasterio. Después de comprar algún recuerdo de la estancia en el monasterio y dar un pequeño paseo por el pueblo de Santa María de Huerta en la terminamos en un Bar para tomar un té calentito, emprendimos el regreso a Alhama de Aragón.