Todo un placer pasear por este pueblo con encanto marinero de casas blancas y calles estrechas empedradas que están adornadas con flores y plantas y además, con una gran oferta cultural de galerías de arte y tiendas artesanas.
Tanto para Carmen como para mí el pueblo de Cadaqués tiene muchos recuerdos, ya que fue nuestro primer destino vacacional que escogimos para pasar unos siete días, de esto hace ya 45 años. En aquella época vivíamos en Barcelona, para ir a Cadaqués era un largo viaje, ya que se tenía de emplear un día para ir y otro para volver, para poder encajar las combinaciones de tren y autobús, dado que aún no teníamos coche propio.
Muy poco nos importaba el esfuerzo, ya que nos sentíamos atraídos por nuestros ideales hippies y liberales de la época y nuestras ansias viajeras, que esto sí que no lo hemos perdido con el tiempo. Queríamos conocer este precioso pueblo donde abundaban en aquella época una buena cantidad de pintores, escritores, músicos, hippies…, los cuales hablaban maravillas de este lugar. La verdad es que no nos decepcionó lo más mínimo en aquella época y tampoco las otras muchas veces que lo hemos visitado, exceptuando los meses de julio y agosto los cuales no lo recomiendo visitar, ya que les sobran muchos turistas que les colapsan la estrecha carretera que va de Rosas a Cadaqués.
Quizás las otras veces que hemos vuelto a Cadaqués a lo largo de los años, que han sido bastantes, no nos habíamos parado a recordar con detenimiento la primera vez que visitamos este lugar. Fue este uno de mayo, al estar muy motivados para realizar un reportaje, lo que nos abrió el recuerdo de donde nos hospedamos aquella primera vez. La sorpresa fue muy grata el saber que el hostal La Fonda aún existe, está renovado, pero mantiene la misma estructura y esencia que tenía en aquella época, tal como la recordamos, como la mayoría de establecimientos del casco antiguo.
Situación e historia
Vista de Casa Serinyana – C1905-5591
Vista de la bahía de Cadaqués – C1905-5570
Iglesia de Santa María presidiendo Cadaqués – C1905-5562
Cadaqués queda situado en el lado sur de la península que preside el Cap de Creus, siendo la carretera Gi-644 el único acceso a la población en coche, aparte de pequeñas vías rurales por cala Montjoi o por el propio Cap de Creus. Esta situación le ha permitido mantenerse en parte aislada de las grandes especulaciones turísticas que recibió en su época la Costa Brava.
La población está rodeada por la montaña del Pení en el suroeste que la separa del término de Roses y las montañas de los Bufadors por el noroeste, que la separa del término del Port de la Selva, quedando la población a la ladera de estas montañas que forman la bahía natural de Cadaqués. La población de Cadaqués históricamente siempre ha mirado al mar, ya que la carretera que la une a Rosas no se construyó hasta finales del siglo XIX.
A través del mar llegaron la mayoría de civilizaciones que poblaron antiguamente Cadaqués, los sardos, los griegos y los romanos que seguramente proporcionaron grandes avances en la navegación y la pesca a los habitantes de esta zona. Las primeras referencias documentadas son anteriores al año 814 que relatan el naufragio de las reliquias de los santos Abdón y Senén que fueron recuperadas por los habitantes de Cadaqués.
Según también está documentado, en el año 1444, 22 galeras de musulmanes quemaron el pueblo comandados por Baba Aruj, conocido por Barbarossa, en la que también quemaron la iglesia y saquearon todo lo que pudieron. Por este motivo se construyó la muralla para defenderse de los múltiples ataques que recibían de distintas razas como los corsarios genoveses, los piratas argelinos o turcos como Barbarossa.
Entre las diversas culturas que habitaron Cadaqués, hay que destacar la comunidad judía que dejó varias muestras de ello en muchas callejuelas que aún persisten en el barrio judío de Cadaqués en la que antiguamente había existido una sinagoga, que fue destruida por los asaltantes de Barbarosa.
En el siglo XIX, Cadaqués vivió una época de esplendor al instalarse algunas industrias alimentarias como las de conservas del atún y de anchoas, también de una que fabricaba pasta para sopas. Debido a este auge el cultivo de las viñas y los olivos se fue abandonando y la filoxera lo terminó de rematar. Esto acabó empobreciendo al pueblo por lo cual obligó a muchos cadaquesencs a emigrar a las Américas a principios del siglo XX. Algunos de estos volvieron enriquecidos a Cadaqués a mediados del siglo XX, los cuales construyeron algunas de las preciosas mansiones que aún podemos admirar en el paseo marítimo que contrastan con las casas blancas de construcción más sencilla.
En los años 1950 al 1960, atraídos por el paisaje de la zona también se instalaron en Cadaqués varios pintores y escritores, entre los más destacados Salvador Dalí, Duchamp, Picasso, Antonio Pitxot… y los escritores Federico García Lorca, Eugeni d’Ors, Josep Pla,… y Gala la musa de Dalí.
En los años 60, llegó también el turismo como en la mayoría de localidades de la Costa Brava lo que provocó a los habitantes de Cadaqués que se centraran en esta actividad, abandonando en gran medida los cultivos y la pesca.
Recorrido por la población
Es Portal – Plaça del Dr. Trèmols – C1905-5557
Calle del núcleo histórico – C1905-5550
Calle del núcleo histórico – C1905-5546
El casco antiguo de Cadaqués estuvo amurallado, la portalada de Es Portal y la punta de Baluard es una prueba de ello, donde aún podemos apreciar una torre semicilíndrica encalada de color blanco como todas las casas del entorno.
Desde la Plaja Gran se puede acceder al núcleo antiguo a través de la antigua portalada de Es Portal de arco rebajado pintada también de blanco que da acceso a la callejuela del Call donde antiguamente estaba situado el barrio judío. Desde este punto un entramado de callejuelas sube el cerro rocoso donde podemos apreciar rincones preciosos normalmente decorados con plantas y flores donde se encuentran tiendas artesanas, galerías de pinturas, restaurantes y comercios que mantienen el aire tradicional de la población. El suelo de las calles está formado con losas y cantos rodados que se asientan a la roca, por lo cual es aconsejable ir bien calzado.
Vale la pena realizar un paseo tranquilo por esta zona, donde cada día que pasas descubres un nuevo rincón. Todas estas calles confluyen en el alto del cerro donde está emplazada la Iglesia parroquial de Santa María que preside la villa, dando la silueta pintoresca que distingue la población desde el mar.
La iglesia es de una sola nave rectangular con capillas laterales, construida en el siglo XVI de estilo gótico tardío, se alzó en el mismo lugar donde estaba emplazada la antigua que se quemó. Es de destacar el retablo barroco de 23 metros de alto dedicado a la Virgen de la Esperanza, proyectado por Jacint Moretó y el escultor Pau Costa, de la escuela de Vic, construido entre los años 1705 al 1723, siendo esté retablo de los pocos que quedan en Catalunya de este gran valor.
Uno de los paseos encantadores que se pueden realizar, es bordear la bahía desde el mirador de la punta de Es Sortell hasta la otra punta del lado contrario, la Plaja de s’Arenella. Un precioso paseo donde descubrirás distintas panorámicas típicas de la población. También podrás apreciar algunas casas de estilo modernista construidos entre finales del siglo XIX a principios del XX por los ricos que regresaron a la población después de hacer las Américas, como el de la casa Serinyana, la casa Rahola, el Casino de l’Amistat, la casa Pont, las escuelas entre otras.
Excursión en barco hasta el Cap de Creus
Faro del Cap de Creus – C1905-5618
Sa Cova de s’Infern – C1905-5615
Playa del Port d’Alguer – C1905-5559
Después de comer decidimos embarcarnos en uno de los barcos que hace rutas turísticas al Cap de Creus que sale desde la Plaja Gran, delante del Casino. Nos hacía ilusión ver y fotografiar desde el mar los acantilados y las playas que solo son accesibles desde el mar y también poder fotografiar Cadaqués desde el mar.
El viaje vale la pena ya que el barco te lleva directo hasta la cala Culip en el Paratge de Tudela cruzando la Punta de sa Tonaira del Cap de Creus. De vuelta va resiguiendo la costa entrando en las diferentes calas que encuentra en el camino. Un vez cruza la punta del Cap de Creus se encuentra la Cova de s’Infern una pequeña cueva donde las embarcaciones pequeñas cuando hay buena mar se atreven a entrar.
Sigue el recorrido por la Cala Fredosa, Cala Jugadora, Cala Bona y la Guillola todas ellas solo accesibles por mar o por pequeños senderos desde el Parque Natural del Cap de Creus. A continuación se llega a la bahía de Port LLigat donde se encuentra la Casa-Museo de Salvador Dalí. Una preciosa cala que está protegida por una isla en su entrada formando un pequeño puerto pesquero natural. Por último, se llega a la bahía de Cadaqués.